domingo, 27 de enero de 2008

La universidad de la F1

La pasión por la Fórmula 1 no sólo se transmite en saltos generacionales, ni se consolida por el boca a boca, ni se extiende en consejos de sabios veteranos a jovenes sobradamente preparados. No consiste únicamente en recordar a las leyendas, los adelantamientos imposibles o las gestas de Ayrton Senna. La Fórmula 1 se estudia. En Inglaterra, al menos, es materia de enseñanza y aprendizaje en las aulas. La Universidad de Cranfield es el vivero del «paddock». Un claustro que funciona desde 1980 dedicado exclusivamente a impartir conocimientos sobre el mundo de la Fórmula 1.

La ubicación de Cranfield ya anticipa la naturaleza de su gestión. Se halla a pocos kilómetros del epicentro mundial de la F-1, el valle del «motorsport» en el circuito de Silverstone, ese triángulo imaginario al noreste de Londres entre Northampton, Oxford y Luton en el que tienen su sede la mayoría de las escuderías.

La Universidad de Cranfield se presenta a sí misma como el semillero del automovilismo de elite. En su carta de presentación matiza que el deporte del motor demanda cada vez más especialistas cualificados en ingeniería y técnica. Y en esa idea creció el centro desde su fundación en 1980.

Los cursos de Boeing
Las grandes empresas relacionadas con el automovilismo participan activamente en los planes de estudio y en los cursos de postgrado que se imparten. Dotada de un potente departamento de aeronáutica, compañías como Boeing desarrollan programas de ingeniería y enseñanza práctica de las materias.

En Cranfield se estudia, entre otras cosas, aerodinámica, ingeniería electrónica, sistemas CAD aplicados a informática, modulación de estructuras metálicas y el negocio del motor.

Pero el principal reclamo de sus aulas es la posibilidad real de trabajar como ingeniero o asistente de Fórmula 1. Seis escuderías participan en el curso 2007/08 en la financiación de los módulos: Williams, Honda, McLaren, Ferrari, Red Bull, Renault y Toyota. Los grandes equipos del «paddock» instruyen a los alumnos y convierten al claustro en su factoría. Forman al personal y, al tiempo, dirigen sus necesidades con el mando a distancia. Nos falta este especialista aerodinámico o aquel técnico de telecomunicaciones.

De ello se encargan algunos de los miembros de su comité directivo. El futuro jefe de operaciones de Fernando Alonso en el Mundial que comenzará el 16 de marzo en Australia, su viejo conocido Pat Symonds, es uno de los gurús del centro. También uno de los mandamases de Williams, Alex Burns, el jefe de negocio de Red Bull, Steve Nevey, el cofundador de BAR-Honda Adrian Reynard o el director del circuito de Silverstone, Richard Phillips.

A tono con el perfil que gobierna en la Fórmula 1, Cranfield presenta un rasgo elitista. Sólo admite a veinte alumnos por curso, los que enseñan el currículo más potente y ya se han graduado en alguna materia. Y como en todos los garajes de F1, fomenta la competitividad más exacerbada según la cual el primer mandamiento de cualquier piloto es ganar a su compañero. Cada módulo de Cranfield (hay diez) se divide en cuatro equipos que pelean entre sí por ser los mejores de la clase. Una idea que incentiva el ambiente feroz que se vive a pie de pista en los circuitos de Fórmula 1.

Tres túneles del viento
Las cuatro escuderías ficticias compiten en las pruebas aerodinámicas que se efectúan en los tres túneles del viento de que dispone el paraninfo. En la elaboración manual de las piezas que forman las entrañas de un monoplaza de carreras. En el análisis del material de última generación que recibe puntualmente el centro (fibra de carbono, fibra de titanio). En la composición de los sistemas de frenado. A los alumnos se les evalúa por separado y en grupo, otro paralelismo con el sistema de puntuación de la Fórmula 1, que tiene su Mundial de pilotos y su réplica de constructores.

La atmósfera íntegra del centro desprende sabor a neumático, gasolina y autos. Allí se expone un Jaguar de hace tres años o modelos de la Fórmula Ford. Antiguamente fue una base de operaciones del ejército aéreo británico. Y como el circuito de Silverstone, alberga una pista de aterrizaje que se utilizó en las guerras mundiales. Un año en Cranfield casi equivale a ingresar en la pasarela de la Fórmula 1.

Fuente: http://www.abc.es/20080107/deportes-automovilismo/universidad-formula_200801070251.html

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