viernes, 8 de febrero de 2008

Gilles Villeneuve

Gilles Villeneuve ha sido calificado de genio por unos y de loco por otros, Villeneuve era un hombre que no tenía miedo a morir y lo demostraba en cada una de sus carreras donde desafiaba al peligro a bordo de su Ferrari. Una muerte anunciada que lo catapultó a ser un mito de la Fórmula Uno.

Gilles Villeneuve nació en tierras canadienses en 1952, siendo la ciudad de Quebec la que asistió a su infancia en la que el piloto ya empezaba a destacar en los circuitos aunque no de Fórmula Uno sino de trineos de nieve a motor, modalidad en la que el canadiense llegó a proclamarse campeón mundial con tan solo 19 años. Este tipo de deporte le sirvió al piloto para poder conducir en todas las condiciones climáticas y para adquirir una grandiosa capacidad de reflejos.

El tiempo va pasando y Gilles siente un auténtico fervor y pasión hacia el mundo del automovilismo por lo cual empieza su andadura profesional debutando en la Fórmula Ford.Será más tarde cuando pasa a correr como piloto en la Fórmula Atlantic de los Estados Unidos, modalidad en la que de nuevo se consagra como campeón ya que se alzó con la victoria en 9 de las 10 carreras que componían el campeonato.
En 1977 también subió al podio como ganador de esta modalidad en su propia tierra, algo que le lleno de satisfacción y que le creó una curiosidad por la que quiso probar la Fórmula Uno, su gran sueño. En ese mismo año, Gilles decide que Canadá se le quedaba pequeño con lo que cruza el charco y viene a Europa a probar suerte en la Fórmula Uno. El gran Premio de Inglaterra fue su debut dejando impresionado al público ya que en la vuelta de reconocimiento se dedicó a hacer trompos en las curvas denotando así su locura por la velocidad.
El automóvil que le acompañó en su primera carrera fue un McLaren M23 con el que se clasificó en la décima posición.

Poco después vendrían los problemas internos de Ferrari ya que se quedaron sin piloto y a pesar de que sonaban nombres aspirantes a cubrir la plaza vacante como Mario Andretti o Schecketer, el elegido fue Villeneuve, quien apenas sin dar crédito a la oferta, aceptó el formar parte de la escudería de Maranello.Así formando parte del equipo de Ferrari, Gilles debuta en el campeonato de Canadá el 7 de octubre como piloto de los italianos.La carrera no fue muy fructífera para el canadiense que quedó el doceavo mientras que el podio se lo llevó Scheckter.

Tan solo pasarían dos semanas para que la serie de accidentes de Gilles diera comienzo. El piloto se desplazó a Japón para correr en el circuito nipón ya que esa era la última carrera del año. La pista no era terreno fácil debido a las velocidades que se alcanzaban en ella con lo que Gilles trató de adelantar a Peterson con la mala suerte de que los vehículos se tocaron y la rueda delantera de Villeneuve se enganchó con el auto de Peterson con lo que el Ferrari del canadiense voló por los aires cayendo en una zona que estaba prohibida para el público.
El accidente se saldó con dos personas fallecidas y diez heridos, milagrosamente la salud de Gilles no sufrió muchas lesiones.

Ya en 1980, el piloto de la Ferrari empezó a cosechar títulos como vencedor del primer puesto. Lugares como San Marino y Montecarlo vibraron con la velocidad de Gilles que quedó en el primer lugar. El canadiense era un hueso duro de roer y siempre mantuvo una gran enemistad con Pironí, otro piloto con el que no se podían ni ver debido a que éste último adelantó a Gilles en una carrera cuando el canadiense estaba a punto de vencer.

La desgracia a la vida de Villeneuve le llegó el 8 de mayo de 1982 en una carrera en la que el piloto canadiense desafío al peligro sin pensar en las consecuencias que una maniobra de ese calibre le podrá causar.
En el duelo que le costó la vida se encontró con Jochen Mass que se dirigía a los pits, el piloto canadiense pensó que Mass no realizaría ese movimiento pero Mass pensó que Gilles no lo adelantaría por allí. Al final los neumáticos de ambos coches se engancharon y el ferrari de Villenauve acabó volando, cuando cayó al suelo rebotó contra las barreras de protección pero para ese entonces el coche ya estaba hecho pedazos que estaban esparcidos a 150 metros del sitio donde el accidente se produjo. Toda una fatalidad que acabó con la vida de aquel piloto canadiense que se convirtió en un ídolo de masas y en uno de los mayores representantes a nivel mundial de la Fórmula Uno.
El Cavallino Rampante lamentó la muerte de su piloto y con ella perdía a uno de los mejores en las pistas.

La memoria de este piloto canadiense siempre quedará en el recuerdo de los amantes de la Fórmula Uno ya que era un hombre que apostaba por la victoria, desafiando al peligro y haciendo que su público disfrutase y vibrase en cada una de sus carreras.

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