
Senna murió en el hospital Maggiore de Bolonia cuatro horas más tarde. ¿Acaso perdió la concentración por las inesperadas sospechas de que Galisteu, a la que en una entrevista no hacía mucho había definido como «mi gran amor junto a las carreras de coches», le engañaba? Eso, al menos, es lo que sugiere el profesor de la Universidad Católica de Río de Janiero Ernesto Rodrigues, quien presentará un libro y un documental sobre el piloto con motivo del décimo aniversario de su muerte. Rodrigues ha entrevistado a más de 200 personas, entre ellas miembros de la familia Senna -fue su hermano menor Leonardo quien supuestamente le comentó las presuntas infidelidades- y Frank Willimas, el patrón de la escudería de Senna.
Hasta ahora se había apuntado a posibles fallos en la dirección del bólido de Senna y a la existencia de algún objeto en la calzada.También se había subrayado el peligro del circuito de Imola, en el que un día antes, en los entrenamientos, había muerto otro piloto, el austriaco Roland Ratzenberger. Pero nadie se había hecho eco de esta hipótesis, especialmente atractiva para algunos si se tiene en cuenta el desprecio con que la familia Senna trató a Galisteu en el funeral, el afán de lucro de la joven tras la muerte del piloto al publicar el libro Mi vida con Ayrton y el hecho de que áun esté en disputa parte de una herencia de 160 millones de euros. No importa que amigos y compañeros de Senna hayan comentado que su profesionalidad al volante estaba por encima de triviliadidades. La leyenda es la leyenda y hay que alimentarla.
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